18.3.15

Vendetta

Quise mirarlo
las curvaturas de sus brazos
los trapecios al aire
pectorales suaves
y unos disimulados vellos
que se asomaban en su abdomen

El semáforo en rojo
y el ahí
luciendo su sensualidad
sin desearlo

Era el día más caluroso del año
el sol ardía sobre el cemento
que, hirviendo,
acaloraba a las transeúntes

El en su bicicleta
esperando pasar
yo con mi sombrero y vestido
pasé frente a él

Sin mayor disimulo
lo recorrí lentamente con la mirada
como deleitándome
de aquella maravillosa escena
tan exótica en la capital

Lo miré por placer
pero no pude evitar,
mientras lo hacía,
cobrar venganza

Por todas las veces que nos pasa a nosotras
que no nos dejan caminar tranquilas por la calle
sentirse observadas
vigiladas
vistas cual objeto de deseo
y propensas a cualquier
ataque
verbal o físico
que no espera respuesta alguna
sino que la expulsión agresiva
del mirón
del pervetido

La verdad,
aquel joven ciclista no tenía la culpa
de toda la impotencia que tenemos
hacia su género
cuando nos piropean
(al menos aparentaba ser respetuoso)
 mas fue inevitable
transformar la mirada inicial
de placer
a venganza

Sin esperar la luz verde
rápidamente pedaleó,
como huyendo de mi mirada descarada

Lo entendí
completamente

Nosotras hacemos lo mismo.

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