20.7.09

Otoño eterno (puto)

EL otoño eterno ha disminuido nuestro espíritu de lucha. Y es que necesitamos de esas cuatro hermosas estaciones para comprender que el mundo está en un ciclo eterno: ciclo que debemos cambiar para pasar al nuevo contexto.

El otoño eterno ha aumentado las demandas inmediatas por parte de sindicatos y colegiados, individualizado las intenciones reales para reducirlas a beneficios oportunos, dada la coyuntura.


El otoño eterno ha pernoctado ilegalmente en sentimientos de adentro; ha insinuado momentos sexuales capaces de tejer cariños, pero sólo responde un fenómeno climático.

El otoño eterno ha mantenido el clima vegetal: es que mucha gente espera un momento determinado para actuar, para que mejore la crisis económica, para que disminuyan las muertes por la porcina, para que Zelaya vuelva a su cargo, para que las cumbres "G" aumenten sus números de afiliados y detengan el desastre climático, detengan el hambre y tantas miserias.

Seguimos esperando que terminen los conflictos políticos producto del sistema económico: la exclusión que la gran mayoría de las personas es víctima, la muerte de indígenas para que sus tierras sean reconocidas y respetadas, la división constante de los poderes populares por alcanzar un trozo de queque.

Suma y Sigue

Me atrevo a decir que existe un clima pasivo esperando que la democracia solucione por "vía diplomática" los conflictos violentos, el mismo clima espera un momento de cariño para soltar las riendas y expresarse como se debe, incluso nuestra cultura occidental individual, desinformada, bastante mecanizada y próximamente plastificada es capaz de apoyarse en predicciones mayas sobre un año determinado en que comenzará un nueva era. Hasta eso esperamos para cambiar las cosas.

No

No me parece que permitamos esta situación: sin importar el eterno otoño, ni los engranajes políticos, ni el flujo económico, ni las dificultades sociales, debemos dejar de esperar soluciones desde alguna parte y empezar a generarlas nosotros mismos a partir de la comunicación, el trabajo en conjunto, la apertura de distintas partes que nos componen y cuantas otros medios para construir nuestro fin, el otro fin.

El otoño eterno deberá ser el empuje para este estado de vegetación, la alerta hacia los sentidos para tomar acción, el viento que comunique nuestras ideas y extienda el conocimiento: del práctico y del teórico, el sonar de las hojas serán bombas que despertarán a los dormidos, la lluvia será el llanto necesario como método de liberación... y ahí llegará la primavera con sus brotes sexuales, llenos de libido enajenado durante el eterno otoño, y las flores serán la inicio de el cambio. Ya llegará el verano con los frutos maduros y ricos: rojos, naranjos, morados, verdes, violetas y amarillos, con sus sabores maravillosamente libertarios.