31.1.13

Salsa



La luz que oscurece sus rasgos,
irradia dentro
de la sensualidad prohibida.
El meneo del bajo
esculpe los cuerpos ondulantes
que se mueven calientes
al ritmo del son.
Entonces posa su mano en la de ella. 
La otra, abraza cariñosa su cintura.

1, 2 3.
Irrumpe con su derecha
acechando con la pelvis
sutilmente hacia la de ella. 
Cruzan las miradas cómplices.

5, 6, 7.
Ella desprende sus caderas
marcando con su izquierda hacia el.
El tumbao se calma. 
El momento se desplaza al calor pegajoso.
Sus pelvis se aprietan con fuerza,
mientras hombros y caderas
expresan su publicidad de soltura y alegría.
Son fracciones de segundo
en que el deseo se apodera de los cuerpos. 
Las ganas del desnudo y calentura indómita
se hacen necesarias.

Los ojos delatan el deseo frenético.

1, 2 3.
Ambos cuerpos ya son uno. 
El meneo salvaje no necesita giros ni piruetas públicas.

5, 6, 7.
Su cadera está dentro de el.
Lo mira y muerde su labio de bocado. 
Las lenguas se acarician suave.
Vuelven. 
El ritmo indica el fin del son.
Un giro suave y meneo fuerte desde la unidad corporal,
podría ser la despedida.

Pero no.

La escena continúa en 4 y 8.

28.1.13

Sangría


El momento insostenido
expele profundo en las raíces que me atan.

Entre un par de segundos
podría soltar esas ataduras
y
trepar por los tiempos libres
hacia la libertad.

La calma se asoma incómoda entre la selva
hace manifiesto el deseo de incoporarse a la tribu
mas las pruebas suman gotarios lentos,
cargados de nebulosas incómodas.

Comienza a  fluir el líquido ansiado,
recorre los trazos de piel como desesperado,
se sumerge en el silencio tibio,
hasta fundirse
en mi.

1.1.13

Somos siempre nuevas



Somos aquellas que persisten,
que se asoman al movimiento nuevo
que dirigen su mirada, calando en el soñador.

Somos de las que no renunciamos ni nos cansamos.
Obligadas a ver la muerte una y otra vez,
tenemos que dejar morir.

Somos de las que vemos el renacer
y probablemente lo trataremos de modificar.

Somos de las que no renunciamos
ni nos cansamos.