28.8.07

Contra

Ese sentimiento precioso que se manifiesta bajo estados de hipersensibilidad y percepción excesiva del medio.
LA RABIA irracional y espontánea corrompe a mi cinismo e impide mi rol de comunicadora social.
Un pequeño esmalte de simpatía envuelve mi apariencia, pero mis uñas han sido más fuertes que esta capa sintética, plástica e hipócrita que intenta brillar por mis ideales.
Es la consecuencia de improvisar en las tablas de humanas… la madera se ha colapsado de la sangre derramada y son piernas las que debo pisar para mi espectáculo de Tap esta noche.
Siento contártelo, pero mis zapatos han sido robados por el jefe y un muy buen amigo me ha pasado los suyos, los de patinaje en hielo.
Rojo siempre es el color que me ha tocado derramar cuando bailo, el sonido no es de piso duro, sino de pieles blandas y tajadas por el filo ensangrentado. Le agrego el grito liberado de la vida humana que se manifiesta bajo mis pies… Es el precio de vivir en este mundo.

Algunos intentan aplicar vals en cuero sintético, de antiguas vacas , pero hoy se han revelado sus huesos y no es la leche la que permite mi nutrición con calcio, se han acabado las granjas y centros ganaderos.. mi amigo el cerdo me invita a tomar once a su casa.. ya no tiene pan, solo frutos secos recolectados de los restos humanos.
Ahora que su revolución ha terminado, volvieron a tomarse el poder los de siempre y el espíritu occidental comienza a apoderarse de sus mentes. “Es lo más fácil” me dijo el burro Kisto, el simplemente no se adhiere a nada (su peso disminuyó).
Por mi lado humano el tap siegue siendo mi pasión y no me joden los comentarios de conciencia social. Mis enemigos simplemente son los anti humanos… el poder que puedo llegar a obtener con mi cualidad y desarrollo... Cierto pánico satánico invade a mis cercanos..
Tengo el derecho de cambiar mi opinión en dos párrafos y cagarme en la tetas de la virgen para que el niño coma mierda… como algún semental anunció ayer.
La rebeldía de mis subordinados me vale madre.. y mi opinión volverá a su inicio en pocos número matemáticos de los cuales todos nos aferramos y explicamos el mundo actual.
Así no es la coisa.

16.8.07

Retrato del artista adolescente - James Joyce

" Allá en otros tiempos (y bien buenos tiempos que eran), había una vez una vaquita (¡mu!) que iba por un caminito. Y esta vaquita que iba por un caminito se encontró un niñín muy guapín, al cual le llamaban el nene de la casa… Este era el cuento que le contaba su padre. Su padre le miraba a través de un cristal: tenía la cara peluda. Él era el nene de la casa. La vaquita venía por el caminito donde vivía Betty Byrne: Betty Byrne vendía trenzas de azúcar al limón. Ay, la flores de las rosas silvestres en el pradecito verde. Ésta era la canción que cantaba. Era su canción. Ay, las floles de las losas veldes. Cuando uno moja la cama, aquello está calentito primero y después se va poniendo frío. Su madre colocaba el hule. ¡Qué olor tan raro! Su madre olía mejor que su padre y tocaba en el piano una jiga de marineros para que la bailase él. Bailaba: Tralala lala, tralala tralalaina, tralala lala, tralala lala. Tío Charles y Dante aplaudían. Eran más viejos que su padre y que su madre; pero tío Charles era más viejo que Dante. Dante tenía dos cepillos en su armario. El cepillo con el respaldo de terciopelo azul era el de Michael Davitt y el cepillo con el revés de terciopelo verde, el de Parnell. Dante le daba una gota de esencia cada vez que le llevaba un pedazo de papel de seda. Los Vances vivían en el número 7. Tenían otro padre y otra madre diferentes. Eran los padres de Eileen. Cuando fueran mayores, él se iba a casar con Eileen… Se escondió bajo la mesa. Su madre dijo: -Stephen tiene que pedir perdón. Dante dijo: -Y si no, vendrán las águilas y le sacarán los ojos. Le sacarán los ojos. Pide perdón, pide perdón de hinojos. Le sacarán el corazón. Pide perdón. Pide perdón.
Los anchurosos campos de recreo hormigueaban de muchachos. Todos chillaban y los prefectos les animaban a gritos. El aire de la tarde era pálido y frío, y a cada volea de los jugadores, el grasiento globo de cuero volaba como un ave pesada a través de la luz gris. Stephen se mantenía en el extremo de su línea, fuera de la vista del prefecto, fuera del alcance de los pies brutales, y de vez en cuando fingía una carrerita. Comprendía que su cuerpo era pequeño y débil comparado con los de la turba de jugadores, y sentía que sus ojos eran débiles y aguanosos. Rody Kickham no era así; sería capitán de la tercera división: todos los chicos lo decían. Rody Kickham era una persona decente, pero Roche el Malo era un asqueroso. Rody Kickham tenía unas espinilleras en su camarilla y, en el refectorio, una cesta de provisiones que le mandaban de casa. Roche el Malo tenía las manos grandes y solía decir que el postre de los viernes parecía un perro en una manta. Y un día le había preguntado: -¿Cómo te llamas? Stephen había contestado: Stephen Dédalus. Y entonces Roche había dicho: -¿Qué nombre es ese? Pero Stephen no había sido capaz de responder. Y entonces Roche le había vuelto a preguntar: -¿Qué es tu padre? Y él había respondido: -Un señor. Y todavía Roche había vuelto a preguntarle: -¿Es magistrado? Se deslizaba de un punto a otro, siempre en el extremo de la línea, dando carreritas cortas de vez en cuando. Pero las manos le azuleaban de frío. Las metió en los bolsillos de su chaqueta gris de cinturón. El cinturón pasaba por encima del bolsillo. Cinturón, cinturonazo. Y darle a un chico un cinturonazo era pegarle con el cinturón. Un día un chico le había dicho a Cantwell: -¡Te voy a largar un cinturonazo!… Y Cantwell le había contestado: -¡Anda y quítate de ahí! Ve a largarle un cinturonazo a Cecil Thunder. Me gustaría verte. Te mete un puntapié en el trasero como para ti solo. "....

8.8.07

Un poco de Brasil

Estoy sola, expirando oblonda por la colina. Estoy sola y no molestan los sonidos.
El aire se respira tibio y cada centímetro de mi piel es amasado con suaves ondas de luz temperada. Dorados, húmedos y salvajes se internan en el cuerpo.
Comienzo: talón, planta, metatarso, próximos dedos, seguros de sí mismos. Avanzo y llego. A mi alrededor soy sostenida por pasto tierno y verde, ciertas palmeras con sus ya recorridos troncos me dirigen. Arena sudorosa y abierta a re-cibir… ondas de mar que se atribuyen culpas y emociones expulsadas.
Y comienzo a bajar. Todo toma su fluido: cabeza, cuello, espalda, cintura, caderas, muslos, rodillas… caigo como atraída al suelo caliente y estiro. Expulso lo reprimido y el sol gordito se lo lleva bien abrazado para entregarlo al día siguiente.
Los pasos se estiran como un gran bostezo; estoy suave, pero vitalizada.
Lentamente aparecen los bañistas con sus oscuros y pulidos cuerpos en la vida. Ellos también se tranquilizan con la armonía del lugar. Las masajistas, acordes con el paisaje, se preocupan de expirar a otros.
Me muevo… se instalan los caminantes con olor a apuro. Vuelvo… los acompañantes no acompañan mas forman parte del todo. Barracas, cocos y agua. Calles, tiendas…y autos.
Finalmente Brasil se constituye
Con un sol.